Tu cuerpo te da retroalimentación constantemente.
Pero, ¿lo escuchas?
Es fácil quedarse atrapado en la idea del comer ‘correctamente’, de modo que uno deja de comer lo que es correcto para cada quien. Parte del problema radica en el hecho de que hay una gran cantidad de información contradictoria sobre lo que significa comer ‘limpio’ o ‘saludable’ (si has pasado tiempo investigando sobre nutrición o comer para cambiar tu figura, seguro sabes de lo que estoy hablando). Esta sobreoferta de información puede dejarte confundido, indefenso y completamente desconectado de lo que en realidad es bueno para tu cuerpo.
Bienvenido a lo que a mí me gusta llamarle ‘La locura de la nutrición’.
Y… ¿qué es ‘La locura de la nutrición’?
Para darte una idea de a qué me refiero, hagamos una búsqueda rápida en Google. Unos pocos minutos arrojarán toneladas de información que dice que no debes de hacer nada de lo siguiente:
No comas fruta
No comas carne
No comas huevos
No comas mantequilla
No comas frijoles
No comas granos
No comas lácteos
No bebas café
No hagas ayunos intermitentes
No cuentes calorías ni peses tu comida
No comas grasas
No comas carbohidratos
Pero la cosa es así: podrías fácilmente encontrar la misma cantidad de información diciendo que sí deberías de hacer todo lo anterior. Esto mismo es cierto y falso para varias personas.
La cosa es que queremos alimentarnos correctamente y hacernos de cuerpos más fuertes y saludables, que funcionen tan bien como se ven, y seguimos buscando las respuestas “correctas”. Pero al final, terminamos mucho más confundidos y contagiados de la “parálisis del análisis” —ese sentimiento de impotencia que nos viene al escuchar tantos mensajes contradictorios sobre qué (y cómo) comer o no comer.
Este es el resultado de la ‘locura de la nutrición’, y es algo que muchas personas interesadas en la salud y en la nutrición, yo incluida, hemos experimentado. Después de tanta investigación y experiencia, nos seguimos preguntando: ¿Qué demonios debo de comer y cómo debo de hacerlo?
¿Cuál es la cura a esta locura?
Cuando se trata de comer para obtener un cuerpo más saludable, me gusta proponer una aproximación simplificada y basada en el sentido común. Me parece que la mejor información que podemos utilizar al decidir qué comer y cuándo comer proviene de nuestros propios cuerpos. El problema es que muchos de nosotros hemos dejado de escucharlos. De pronto, todo lo que han querido decirnos queda ahogado por la información contradictoria que parece llegarnos de todas direcciones y en todo momento.
La buena noticia es que es posible aprender a escuchar al cuerpo de nuevo. Es posible comer comida deliciosa, sentirse satisfecho y lograr nuestras metas —en el aspecto físico y mental— mientras recobramos la cordura.
Aprender a escuchar a tu cuerpo
Podemos aplicar una buena dosis de sentido común al asunto de la nutrición:
- Come cuando tengas hambre
¿Te despiertas con hambre por las mañanas? Entonces come. ¿Todo lo contrario? No comas. Solo porque alguien te ofrece comida o porque técnicamente ya es ‘hora del almuerzo’ (o cualquier otra comida) no significa que tengas que comer. Come si verdaderamente tienes hambre. De otro modo, mejor espera a sentirla.
Esta es una gran forma de reducir el estrés innecesario que trae la idea de que ‘debes de hacer algo’, por ejemplo, el desayuno o el almuerzo, solo porque es ‘esa hora del día’. Comer cuando tienes hambre en vez de cuando ‘debes de’ hacerlo le da mayor flexibilidad a los horarios diarios. Es decir, ya no tendrás que forzar un descanso a medio día si a ti te da hambre a eso de las 2 o 3 de la tarde. Y no, no más restricciones para llevarte algo a la boca después de las 7 si tu cuerpo te pide comer algo.
Comer cuando verdaderamente tienes hambre significa menos estrés, una mejor relación con tu cuerpo y no más restricciones sobre lo que puedes o no comer. Punto.
- Deja de comer una vez que estés satisfecho —y antes de que te sientas lleno
No necesitas comer hasta estar al borde del malestar. Puedes dejar de hacerlo cuando te sientas satisfecho y antes de estar lleno, porque puedes volver a comer en cuanto sientas hambre.
Cuando la gente piensa en ‘dietas’, asume que estará en un estado constante de restricción —y esto puede llevar a comer de más, dado que no está ‘permitido’ hacerlo hasta dentro de tres horas (o cualquier otra cifra arbitraria que la dieta plantee). En contraste, saber que eres libre de comer cuando tienes hambre te ayuda a darte cuenta de que no hay necesidad de comer una tonelada de una sentada.
Por supuesto, es importante recordar que hay una diferencia entre comer por hambre y comer por aburrimiento u otro tipo de emoción. ¿Te has descubierto comiendo al estar ansioso, aburrido, solitario o enojado? Eso es comerse las emociones.
Para atacar esa comilona emocional es importante estar consciente al momento de comer, notar patrones en tus hábitos alimenticios y aprender a identificar los momentos en los que es más probable comer por alguna razón además de la física (llevar un diario es una herramienta increíblemente útil para aclarar el por qué estás comiendo).
Una vez descubiertos tus disparadores de ‘hambre emocional’, es hora de reemplazarlos con otra solución. ¿Aburrido? Haz algo que te guste. ¿Te sientes solo? Llama a un amigo o ve a tomar un café con alguien. ¿Estresado o frustrado? Acepta tus emociones y si puedes, trata de resolver el verdadero problema. Si no, deja de preocuparte por ello.
Come cuando estés hambriento. Para cuando estés satisfecho. Toma en cuenta que puedes volver a comer cuando sientas hambre. Atiende tus emociones y no las ocultes con comida. Puede que necesites un poco de paciencia (y definitivamente habrá una curva de aprendizaje), pero es así de sencillo.
- Pon atención a cómo te sientes después de comer
Este punto es crucial. La próxima vez que comas, pon atención al cómo te sientes después. ¿Lleno de energía? ¿Aletargado? ¿Inflamado? ¿Con gases? Nota cómo ciertos alimentos o grupos alimentarios te hacen sentir. Si determinada comida te cae mal, deja de comerla (o no la comas tan seguido). Si una comida te hace sentir lleno de energía y nutrido, cómela de manera regular. Fácil.
Muchos hemos leído un artículo que afirma que la única forma de perder peso y ser saludable es evitar por completo un alimento o un grupo alimenticio —y tristemente muchos lo seguimos sin siquiera cuestionar el valor de esto. Yo misma he sido culpable de esto. Después de todo, solo hemos tratado de hacer lo que ‘es correcto’. Pero en lugar de dejar de comer algo solo porque lo leímos en algún lado, ¿por qué no dejamos decidir a nuestro cuerpo?
Por experiencia puedo decir que escuchar la retroalimentación de mi cuerpo ha sido una de las herramientas más efectivas para mantener mi salud y bienestar. En el transcurso del año pasado aprendí cuáles comidas me hacen sentir bien y cuáles no tanto. Como resultado, me alimento con más de las cosas que tienen un impacto positivo y minimizo aquellas que no. El resultado ha sido sentirme más saludable que cuando no escuchaba a mi cuerpo.
Dicho esto, es importante señalar que hay algunos alimentos que pueden causar problemas de salud aun cuando no produzcan efectos secundarios inmediatos. Como siempre, hay excepciones a la regla, y es importante consultar a un médico si tienes preocupaciones sobre algún alimento u otro tipo de problemas de salud.
Solución de problemas
Seré la primera en admitir que en cuanto a escuchar al cuerpo se refiere, es más fácil decirlo que hacerlo. De hecho, yo misma me sentía intimidada de seguir estos consejos después de haber sufrido desórdenes alimenticios durante tres años. Quería ser capaz de escucharlo, pero después de varios periodos de atracones y conductas obsesivo-compulsivas, sentí que ya no podía identificar el hambre verdadera, la saciedad u otras pistas emitidas por mi cuerpo.
Si estás en una situación parecida o te preocupa que por alguna razón no poder diferenciar entre hambre y emoción, te invito a intentar escuchar tu cuerpo de cualquier forma. Como en muchas otros aspectos de la vida, se requiere paciencia, pero el proceso de ensayo y error, así como un poco de autocompasión son el mejor camino a una relación más sana con tu cuerpo.
Entre más escuches, mayor retroalimentación te dará tu cuerpo —y estarás de vuelta en el camino al bienestar.
Este artículo fue originalmente publicado en inglés por The Greatist; puedes consultarlo en su versión original aquí. La ilustración es de Christa Pierce.
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