Típico: después de un día estresante o pesado abres el refrigerador para darte uno que otro bocado de ‘confort food’ y terminas comiéndote todito lo que sientes pero no quieres admitir. Para la próxima, quizás valga la pena ahondar en lo que realmente importa: tus emociones.
Lo antes posteado:
Quítale las etiquetas emocionales a la comida